Tras la creación de un grupo de trabajo conformado por personal político y técnico, y otros actores del municipio (asociaciones de vecinos, asociaciones de mayores, asociaciones empresariales, artesanas, hoteles, casas rurales, empresas de turismo activo, vecinos y vecinas, etc.), la ruta “Granadilla de Abona, crónica de la primera vuelta al mundo” se convierte en el producto turístico que se pondrá en valor gracias a la subvención obtenida por el proyecto ECO-TUR2.
El Ayuntamiento de Granadilla de Abona es una de las 17 instituciones socias del proyecto europeo ECO-TUR2, del programa Interreg MAC 2014-2020. Financiado en un 85% por los Fondos Europeos de Desarrollo Regional, y con un presupuesto para el municipio de 232.861,68 € el proyecto ECO-TUR2 tiene como objetivo la creación de nuevos productos ecoturísticos en el municipio.
Esta comarca de Abona encierra una rica y apasionante memoria que comienza con los guanches que en ella vivían y que continuó con la conquista de la isla y los primeros pobladores europeos. Siglos de personajes, hazañas, tradiciones, cultura, …, en definitiva, de historia.
Aquí vivieron los aborígenes isleños practicando el pastoreo y la agricultura, y aún permanecen vivas hoy en día algunas de sus tradiciones y costumbres. Pero también, fue lugar de los primeros asentamientos castellanos en esta zona de la isla, orígenes de los pueblos y ciudades que hoy conforman el municipio de Granadilla de Abona.
Por estos montes todavía discurren los viejos caminos que hoy nos permiten disfrutar de la naturaleza que nos brindan las cumbres del sur de Tenerife. En una de ellas aún, quedan vestigios de viejos observatorios astronómicos.
Incluso, quizás no lo sepas, pero una de las mayores gestas de la historia lleva ligada a Granadilla de Abona desde hace algo más de cinco siglos. Y es que, en el otoño de 1519, cinco barcos anclaron cerca de la imponente Montaña Roja. A bordo se encontraban Fernando de Magallanes, Juan Sebastián Elcano y una tripulación compuesta por más de doscientos hombres. Estos valientes marinos lograron completar la primera circunnavegación del planeta en la historia.
Granadilla de Abona fue un testigo privilegiado del paso de esta histórica expedición. Para comprender plenamente este y otros acontecimientos de la historia del municipio, es fundamental sumergirse en el contexto histórico de la época en esta zona de Tenerife.
Hasta la conquista de Tenerife, a finales del siglo XV, la isla era el hogar de los aborígenes canarios, conocidos como guanches. Estaban organizados en nueve territorios, cada uno dirigido por un Mencey.
Así, el Menceyato de Abona, que en su época era el más extenso de la isla, abarcaba aproximadamente lo que hoy conocemos como los municipios de Arona, Vilaflor, San Miguel de Abona, Arico, Fasnia y Granadilla de Abona.
Cuando los conquistadores castellanos tomaron el control de la isla, este Menceyato tenía alrededor de dos mil habitantes. La mayoría de ellos se sustentaba principalmente a través de la agricultura y la ganadería, viviendo en pequeños asentamientos y cuevas.
Tenerife fue completamente conquistada por los castellanos en 1496, liderados por el Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Tras ello, estos comenzaron a poblar toda la isla.
En esta comarca, los primeros asentamientos se ubicaron en lugares cercanos a los que ocupaban los aborígenes, cerca de fuentes de agua, en cuevas naturales para resguardarse del sol y el viento, y a lo largo de rutas de caminos. Incluso en sitios de culto guanche se construyeron pequeñas capillas, ermitas o calvarios. Los nuevos pobladores adoptaron algunas de las tradiciones y costumbres guanches.
Surgen así pequeños pueblos como Las Vegas, el primer asentamiento europeo en el municipio, al que le siguieron otros núcleos que se fueron desarrollando en esas décadas iniciales del siglo XVI. Así, aparece el germen de lo que hoy es el núcleo principal y la capital del municipio actual, conocida como La Granadilla en ese momento, y que fue fundada por el portugués Gonzalo González Zarco. ¿Portugueses en la isla? Pues sí, hubo una fuerte presencia de portugueses en esta comarca. Fíjate, por ejemplo, que se construyó la actual iglesia de Granadilla y esta fue dedicada a San Antonio de Padua, un santo lisboeta de gran devoción en Portugal.
Con solo 200 habitantes en esta zona la comarca de Abona comenzó a tomar forma. Sus habitantes dependían en gran medida de la agricultura, la ganadería y la explotación forestal (leña, madera y brea). Las condiciones de vida eran duras debido a la necesidad de agua y la escasez de tierras fértiles.
Por otro lado, la costa tuvo que esperar más tiempo para ser habitada. Los asentamientos se crearon en las medianías mientras que la costa se utilizaba solo para la pesca y la recolección de mariscos, con algunos pequeños lugares de residencia temporal. Estas áreas costeras eran vulnerables a saqueos y desembarcos y carecían de acceso a fuentes de agua.
El 10 de agosto de 1519 parte de Sevilla una flota compuesta por cinco buques y más de doscientos tripulantes, bajo la capitanía del marino y explorador portugués Fernando de Magallanes.
Tras descender por el Guadalquivir y hacer escala en el Puerto de Sanlúcar de Barrameda, en donde terminaron de cargar víveres y otros enseres, parten hacia la actual Indonesía, navegando hacia el oeste.
Hicieron escala en Tenerife y una vez dejaron atrás el archipiélago canario, la flota de Magallanes arribó a las costas de Sudamérica antes de que el año 1519 llegara a su fin. Casi un año después, consiguieron rodear el extremo sur del continente americano, adentrándose así en el Pacífico, nombre puesto precisamente por el propio Magallanes, al tener una plácida travesía por él en comparación con la que tuvieron el año anterior en el Atlántico.
Ya en la primavera de 1521, tras varios meses de travesía a lo largo del Océano, alcanzaron las codiciadas Islas de las Especias, destino original del viaje.
En estas islas Magallanes perdió la vida, uniéndose a las decenas de bajas que había sufrido la expedición hasta ese momento, víctimas del escorbuto y otras enfermedades debidas a la desnutrición. Imagínate navegar durante meses en aquellas “cáscaras de nuez” sin hacer escala y con una tremenda falta de comida y agua.
Iniciado ya el año 1522 y bajo el mando del intrépido guipuzcoano Juan Sebastián Elcano, la flota continuó su odisea. Emprendieron así el regreso a España navegando, como siempre, hacia el oeste. Casi nueve meses después, el 6 de septiembre de 1522, llegaron al puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda, con una tripulación de dieciocho hombres hambrientos y demacrados, todos ellos a bordo de la Nao Victoria. Este fue el único buque que les quedó en uso y es precisamente el que aparece en el escudo municipal de Granadilla de Abona.
Fue el épico cierre de una de las aventuras más asombrosas de la historia.
Después de varios días de navegación desde las costas andaluzas, la flota llegó a Tenerife el 26 de septiembre de 1519. El objetivo principal de esta escala era abastecerse de alimentos, leña y brea.
Durante los días del 26 al 30 de septiembre, las cinco naves hacen una primera escala en Tenerife, y entre los días 1 y 2 de octubre, la flota realizó la segunda parada en la isla, frente a Montaña Roja, un cono volcánico que domina la costa sureste de Tenerife.
A medianoche del lunes 2 de octubre de 1519, con los vientos favorables del noreste, la flota se embarcó en la siguiente etapa de su viaje: la búsqueda del ansiado paso hacia el otro lado del continente americano, uno de los objetivos fundamentales de la expedición.
Gracias a los víveres, el agua y las mejoras realizadas en las naves en Tenerife, pudieron continuar su viaje con renovada determinación.
La flota de la Expedición fondea junto a la majestuosa Montaña Roja. Durante esas dos jornadas, el encuentro con esta tierra y sus habitantes se revela como un episodio fascinante.
Los marinos sacian sus necesidades, incluso obteniendo un recurso vital: la resina necesaria para proteger sus barcos: la brea. Los bosques de Abona, con su rica tradición resinera, habían ganado una merecida reputación. Durante la escala de Magallanes en Tenerife, estos bosques ya eran considerados uno de los mejores de la isla para la producción de este recurso.
Pero hay más. Durante la escala en las costas de Granadilla, tres valientes tripulantes desembarcaron en la isla.
Al mismo tiempo, se tiene conocimiento de que cuatro hombres se vieron forzados a unirse a la expedición, en contra de su voluntad y por orden directa de Magallanes: Hernán López, Blas Afonso, Andrés Blanco y Maestre Pedro de Indarchi, el único que sobrevive a los tres años del duro viaje por el mundo.
Con todo esto, Granadilla de Abona ha quedado unida para siempre con esta gloriosa expedición, la primera en circunvalar el planeta, encontrando el paso al Pacífico en los mares australes de Sudamérica, precisamente por el bautizado como Estrecho de Magallanes. Gracias a ello Granadilla de Abona forma parte de la Red Mundial de Ciudades Magallánicas.
Así es, todo esto que te hemos contado y más, mucho más.
Aquí pastoreó sus rebaños el famoso Hermano Pedro, primer santo canario. En su costa trabajaron algunos de los mejores carpinteros de ribera de la isla, oficio de vital importancia para pescadores y marinos. Algunas de sus fuentes y tomaderos de agua aún se siguen utilizando, como testigos de su importancia en una tierra de tanta aridez. Su patrimonio religioso nos ha llegado hasta la actualidad como herencia de un pasado rico en arte, cultura y tradiciones. Sus zonas de cultivo nos hablan de cómo ha sido la agricultura en esta zona, de las penurias y dificultades que ofrece el clima y el terreno, pero también del buen hacer de los hombres y mujeres de esta tierra para, a pesar de ello, poder sacarle partido.v